Durante el mes de julio, aún perdura la floración de algunas plantas que la iniciaron un mes o dos atrás, tales como hebes, hipéricos, astilbes y geranios. Además de estas plantas, a lo largo de este mes de julio florecen también las hortensias, el acanto, la fuchsia (más conocida por muchos como los pendientes de la reina), las begonias de flor, la mejorana, los gladiolos, la espirea de Japón, el hibisco y las adelfas entre otros.
Además, también crecen algunas plantas trepadoras como la pasionaria, la mandevilla o el solano; estando el jazmín en su máximo esplendor, sobre todo por su característico olor que a algunos tanto gusta.
Este mes, lo más importante son los riegos, que deberemos atender más asiduamente debido al calor, y las malas hierbas. Estas se propagarán mucho más y hay que evitar que se conviertan en foco de posibles plagas con distintos insectos y caracoles o babosas escondiéndose entre ellas. Además, con su presencia, también robarán parte de los nutrientes que necesitan nuestras plantas. Por lo tanto, debemos eliminarlas en cuanto veamos que hacen aparición. Así vigilaremos mejor plagas y enfermedades, aplicando también tratamientos preventivos (si se necesitaran) contra cochinillas, orugas o la araña roja. Como hemos dicho anteriormente, las altas temperaturas y la baja humedad colaboran en su desarrollo y expansión.
Los abonos, por su parte, han de ser en dosis más bajas y hay que buscar los que fortalezcan el terreno de cara al otoño. Una solución, por ejemplo, podría ser rebajar la dosis de abonado, pero aumentar su frecuencia.
Para finalizar, sembraremos las plantas anuales si aún no lo hemos hecho, y si vemos que las plantas de temporada están muy castigadas, se pueden replantar nuevas como petunias, dalias, begonias o geranios.
